miércoles, 14 de febrero de 2007

Silencio




Silencio es palabra de mi vocabulario. Habiendo trabajado la música, la he usado más que los hombres de otros oficios. Sé cómo puede especularse con el silencio; cómo se le mide y encuadra. Pero ahora, sentado en esta piedra, vivo el silencio; un silencio venido de tan lejos, espeso de tantos silencios, que en él cobraría la palabra un fragor de creación. Si yo dijera algo, si yo hablara a solas, como a menudo hago, me asustaría a mí mismo

Alejo Carpentier, Los pasos perdidos (1953)

(Porque en tu piel se encuentra todo aquello que perdí. Incluso las esperas vacías de lo que ya no nombro. Silencio. Hay polvo en mis labios. Cenizas. Pariendo el pasado para no bendecir más estas horas. El tiempo como el destiempo de la mirada que no escribe con sus ojos. Mis labios te tejen. Silencio. Mis manos se poblaron de ceniza. No hablar conmigo sino con el eco de mi voz que me parodia. Silencio. Tramarme en mis espacios como la gitana de Rousseau. Dormida frente al espanto. Silencio. Hay cuentos fantásticos que narran la tragedia de mis manos. No te busco. Apareces. Aparezco. La página de mis ojos. No mirarte porque mirarte sería morir. Sin espejos. No te busco. Mis manos se poblaron de ceniza. No hablo. Mis silencios parodian a la que fui.)

2 comentarios:

Carissa García dijo...

De manera que las palabras no terminan por decir lo que el silencio sí lo dice.

alter dijo...

Carpentier es terrible. terrible.
Qué bueno.