martes, 13 de febrero de 2007

Thelma and Louise




Siempre que podemos, empezamos por el principio. Es lo que más cuesta porque todo se percibe como proceso. Es inevitable. Estamos suspensos en el presente y la percepción del pasado sólo existe en función de ese presente. No hay forma de comprender el pasado que no sea mediante el cristal del presente, de ese hic et nunc inevitable. Hoy logré sacar el registro de conducir, luego de muchas peripecias que llevaron meses y meses de soportar diversas travesías: novio que enseñaba, novio que se volvió ex y ya no enseñó, padre que no sabe manejar pero que intentó enseñar aquello que no sabe, tío "testigo de Jehová" que también quería enseñar, varios bizarros instructores que terminaron contándome toda su existencia sin que yo lograra una opinión acertada o precisa de los distintos "casos" que me presentaban. Municipalidad, idiotas que se te ponen a hablar, idiotas "peronistas" (porque en Hurlingham son todos peronistas menos mi amiga chilena- por el solo hecho de ser chilena- y yo), trámites, señora oftalmóloga que casi no me da el pase al examen por mi "miopía" y, por úlitmo, el bendito examen: conos, ¡¡¡Conos!!! y tres pobres muchachos, antes de mi bendito turno, que se los comieron y aplastaron literalmente.



En fin, tengo el registro y hoy, por primera vez, me la llevé a Belén a ese espacio que se ve muy distinto desde un auto. No me animaba sola, lo confieso, y me la llevé como se lleva a un rehén. Esta vez, sin primos, sin padres, sin instructores, sin nada. Con una amiga que lo primero que hizo fue ponerse el cinturón de seguridad y descubrir antes que yo cómo se manejaba el stéreo nuevo que adquirió mi padre. Así partimos. Thelma y Louise pero al extremo, con puteadas varias y sin mexicanos.


Esa sensación de libertad es indescriptible. Y es verdad, no es el auto pero es tu yo haciéndose cargo de algo. Y los desplazamientos ilimitados y la adrenalina de los movimientos. Con Juan Gabriel como telón de fondo (es lo que había) partimos y supe que nada puede detener el impulso de hacerse cargo de uno mismo. Yo creí que no podría nunca sostener el camino pero, sin embargo, lo hice y lo camino y lo transito.



Y no es el auto pero es.



Porque hacerle frente a ese auto es haber domado el pasado y transformarlo en presente. Es haber cantado y liberado todo lo malo de ese pasado en ese "Dime cuándo tú, dime cuándo tú..." que yo cantaba mal mientras manejaba feliz. Es haberse restaurado y haber remado contra la corriente para seguir la propia corriente. Y es un proceso liberador y me alegra compartirlo con vos que estuviste siempre a mi lado. Como hacen las mejores amigas, estuviste ahí y me acompañaste, me ayudaste a destruir todos mis miedos y te subiste conmigo a la aventura. Y me apoyaste incondicionalmente.



Y no es el auto pero es.


1 comentario:

alter dijo...

Un día llegas a tener miedo de tener miedo.
Hay que superarlos.
A ver si yo me saco el carnet de conducir :)