sábado, 3 de febrero de 2007

Sábado II


Puse la cafetera (siempre con la duda de no poder calcular bien las tazas que quiero obtener), esperé mientras te miraba de reojo y acomodaba las galletitas en el plato blanco que odiás. Como siempre que es sábado, nos perdemos ambos en diálogos incoherentes. Debe ser el día, ese blanco paginal que nos envuelve y nos desespera. Porque el domingo es la muerte, sin duda; es el día del descanso, de las lecturas tranquilas y, próximamente, de las correcciones y planificaciones de clases. Pero el sábado es la intuición, el saber que el día, por lo menos en vacaciones, es absolutamente nuestro (si, te tenía abandonado). Mate en la plaza, lecturas en el balcón, caminatas reflexivas y ver qué se hará por la noche.
Pero el sábado a la mañana, la ansiedad, la desesperación. No sé si continuar con Bachelard, no tengo ideas para la ponencia, se me acaban las palabras. Pero vos alentás, continuás a mi lado, como hacen los mejores amigos. Te me acercás y leés Orbes des mots, murmurante mémoire de la Poética de la ensoñación, que yo acabo de abandonar, resignada. La memoria, me digo, y creo que en esos lugares de la memoria está la clave. Seguir indagando en Juan Benet, muchas veces, te deja sin palabras. Cartografías que señalan lo que la guerra, como hecho inexcusable, divide, parte al medio. Los dos planos geográficos, bien delimitados, están en Herrumbrosas lanzas y esa delimitación se corresponde con una marca ideológica que ya aparecía en Qué fue la guerra civil. A la derecha, mediante una frontera precisa, los nacionales y Macerta. A la izquierda, Región, como esa resistencia moral y poética que debe enseñarle al mundo otro lenguaje. La poiesis como esa razón de ser, como la construcción posible de otro mundo. Mazón, Eugenio, como esa metáfora de la lanza. Los tropos, no como adornos del lenguaje, sino como procesos denominativos necesarios e intrínsecos al funcionamiento del lenguaje. Personaje que avanza sin medir las consecuencias; personaje que lo entrega todo. Pero ahí también la hipótesis central respecto de la memoria de la historia. ¿Qué recordar? o ¿Por qué y para qué recordar?

El problema para España es que no se ha cerrado esa etapa. No ha habido, jurídicamente, ningún avance en la resolución de esos muertos que siguen apareciendo aún hoy. Nosotros tuvimos, al menos, un Nunca más. Pero en España, la ley del silencio pudo más. Estoy pensando en estos problemas de la memoria y en lo que recordamos y lo que olvidamos. Pienso que, a veces, olvidar se hace necesario para poder seguir, para avanzar. Pero, para la configuración de este problema en España, el personaje de Mazón nunca olvida. Lleva el recuerdo de la prehistoria (su infancia, su madre, el recuerdo de su hogar- esa concha de la que habla Bachelard-.) y me pregunto acerca del dolor del recuerdo. En La escritura o la vida, Semprún habla de la imposibilidad de hablar. Lo indecible del recuerdo, el trauma y la cura de la escritura. Cuando no se puede vivir, una forma de vivir es la escritura. Por allí se empieza. Y creo que la literatura de los ochenta en España busca escribir el trauma para vivir(se), para renacer(se), para curar(se). Como señala Juan Benet, "todo fracaso concluye en un combate por la razón". Y la de la justicia es una razón más que suficiente.
Les dejo un fragmento de España, aparta mi este caliz, de César Vallejo.


(...) Al fin de la batalla, vino el combatiente,
vino hacia él un hombre y le dijo
"No mueras, te amo tanto!"

Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo...
Le rodearon millones de individuos, con un ruego en común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo...

"Y a esa España que quedó les advierte:"¡Cuídate, España, de tu propia España!...
Cuídate de la victima a pesar suyo, del verdugo a pesar suyo y del indiferente a pesar suyo!...¡Cuídate de los nuevos poderosos!" (...)


3 comentarios:

alter dijo...

Nada se olvida.
Y, creo, nada se perdona.
Deja de importar.
Porque el dolor mata o muere.
Argentina es un pozo hondo y negro de dolor latente. Lo es España (y media, o entera, Suramérica).
Reventará o no.
Pero seguro, duele.

Anónimo dijo...

La forma en que pasás de un hecho cotidiano a un problema casi filosófico es sublime. No sé si el Nunca más solucionó algo pero las dictaduras son todas la misma mierda.

Anónimo dijo...

Holas!!!! Bueno, aca estoy dejando mi huellita en tu blog, de lo que puedo opinar, es decir de lo que lei(que no fue mucho ya que son las 3.36am) te puedo contar que me gusto mucho tu auto descripcion en tu "Ego cogito" muy cotidiana y a la vez cierta XD jjeje bueno cuando tenga mas pilas seguire leyendo el resto. que te vaya lindo! segui asi con el blog! saludos, nos vemos en Marzo!