miércoles, 25 de abril de 2007

Childhood und Dipi



Los cuerpos son jeroglíficos sensibles, dice Octavio Paz y me hace pensar cuántas veces he dejado que busquen la solución al mío, y acierto a pensar que está tan escondida que ni siquiera yo reconocería la página de los resultados por mucho que la viera pasar delante de mis ojos.


Otros han intentado descifrarlo.

Ha sido imposible.


En la mochila azul me cabe media vida, pero eso nadie lo sabe, y la otra media la escondo bajo alguna piedra que pueda reconocer en el camino de vuelta por si necesito darme la mano. Migas de regreso. Hansel sin Gretel o, lo que es peor, mi yo sin tu yo.
Y quiero volver a esas tardes de tortas de ricota y chin chon y libros en alemán.
Y pileta por la tarde.
Y mi yo con sus nueve años.
Sólo por saber si la infancia tiene ese gusto a tópico.


En realidad, mis gustos no han variado demasiado.

Las puestas de sol, las palabras, mi miedo a los espejos, la cúpula temible de los laberintos, los griegos, el amor, el dolor, este tiempo compartido, la futilidad de Cronos acercándose, la lluvia indecisa que se vierte, el tiempo que vivimos, las sombras, los escenarios, los almacenes, las libretas, las bicicletas verdes, verte en el jardín, esperarte, ansiarte, desearte, no querer recordar, la arena, las letras, los abecedarios que nos sucedieron, los calles de Madrid, Atocha y sus cafés, Toledo y San Quijote.
Madrid.
Atragantándome.
Salvándome.
Parque del Retiro.
Perderme como de costumbre.
Pero peor.
Porque será sin vos, sabiéndote conmigo.
Antes, silencio.
Sin vos, sabiéndome sin vos.
Me suceden los recuerdos
Corpóreo.
Sentido.
Desde el aire, una avioneta se detiene a comprobar la densidad de un campo de girasoles mal plantados y desde allí, cuento escuadrones de pájaros radiantes. Recibo una carta diciendo que sería conveniente, que los tiempos corren, que la vida, que la vida. Hace mucho que no recibo cartas. Ya no México, no Madrid, ni siquiera las de Dipi de Tandil. Claro, Buenos Aires.
La ausencia de los garabatos de Dipi.
Filo.
Filo.
Las banderas.
Correr.
Los pasillos.
Tus cartas.
Lo que nos unía en el temible espanto.
Lo que compartíamos por temor al futuro.
El avión de regreso.
Vos, leyendo.
Yo, insultando.
Tu cara de nena buena.
Nuestra amistad sin reparos.
Robarle plata a los chinos desde el balcón del hotel.
Sin zapatos, con medias, como de costumbre.
El avión de regreso.
Barajas-Pistarini.
Tu visita.
Mi casa.
La torta de cumpleaños.
Lo que lamentaste.
Lo que amaste.
Lo que nos apoyamos.


Hoy me fue inevitable verte.
Filo nos juntó.
Siempre se la aborrece y se la adora.
Y no puedo evitar decir que, una vez más, me ha sacado una sonrisa.

¿Qué pasaron?
¿Seis años?

Pienso en Buenos Aires.




Pero no entienden que a mí no me preocupa ni el stress ni las horas que pasan ni la rutina. No me preocupa no dormir; no me tienta el reposo desesperado de los que no sueñan. Pienso en las distintas flores que quiero tener en la terraza y en qué gastaría las tardes de los viernes. Me canso de decirme muchas veces y lo reconozco; y me dan miedo los animales de más de cuatro patas. Sueño que mi pelo es un torbellino de burbujas y que puedo abrir los ojos bajo el agua.




He aprendido a sentirme culpable siempre por algo y me odio por no haber pasado más tiempo a tu lado.




Disfruto con el ruido de las palomas que anidan en el techo de tejas de casa y sorprendiéndome con la inesperada llegada de la lluvia.



Las calles están vacías. Siempre. Y eso me gusta.


La infancia siempre nos devuelve la primera mirada.
Aquella con la que deberíamos ver siempre el mundo.

Como la primera vez.
Renacerse.
Al caos
de lo imprevisible.

the kind of looks I never seen

I wasn´t crazy I´d lose my mind..

lunes, 23 de abril de 2007

Letanía


Esta indescriptible sensación de no ser

Este frío que te amordaza sin señales

No quiero preguntar dónde reposa el viento

Signos inexactos del presente en espera

Aproximarse a los vacíos

Morir de sed


Habitarme

Habitarnos


Hoy no pude evitar bendecirte

Y tras los huecos que dejan tus abrazos

Me escondí de nuevo

Como la primera vez

Me fui

A extrañarte

En silencio

Las mismas tardes las mismas tardes las mismas tardes las mismas tardes
Haciéndole frente al olvido




Habrá que ser como el Principito

Y nunca dejar de buscar las respuestas



(El ruido que deja tu ausencia me enmudece. Sólo pido que la noche me sorprenda descansando en tus orillas)

domingo, 8 de abril de 2007

Arena

dibujarte
para ya no desdibujarte

bosquejarnos
permitirme
permitir nos
crujir en la arena
arremolinarse
verte llorar
como la primera vez
retrodecir

aquellas caras que leen el destiempo

rompernos en una canción infinita
jugar con la lluvia

de madrugada
la arena que nos dice
y nos arma
y nos señala
y nos devuelve

enteros
enteros

A veces miramos la luna desde un lugar inesperado
como un grito en medio del amanecer
que lo parte al medio
y viajamos
en detergente
y pensamos
y dejamos de pensar

que existe el futuro
porque el miedo
porque el miedo
porque el miedo

y en la boca ese gusto seco de la melancolía

habrá que definir el pasado
para que no se repita
categorizarlo
espantarlo de una vez por todas

pensar de aquí en más
y cruzar la barrera imperiosa del hic et nunc

por primera vez
al futuro que nos tiende un abrazo

martes, 3 de abril de 2007

Ergo sum

Aunque tú no lo sepas
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.
Y aunque no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda fría cuando te marchas.
Aunque tú no lo sepas, te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.

(redescubriendo a) García Montero, 1994


(¿Existe algo más hermoso que nuestras huellas adelgazándose en la arena?)