sábado, 27 de enero de 2007

Sábado

En un rato parto nuevamente a la quinta. Linda noche para asadito y reflexiones con el querido Prof. Oscar, con Paula y Andrés y gente querida y gente nueva. Es la quinta vez que intento perseverar en el mundo blogger. Es como obligarme a escribir más seguido, sentarme en la silla y proponer una mirada interesante para, luego, construir algo interesante. Granito de arena. Quizás. Pero cuando se necesita verbalizar pura y desinteresadamente para no psicoanalizar (porque en el psicoanálisis nunca hay verbalización pura sino significantes flotantes- aunque, muchas veces, yo también, recordando lo que me dijo, una vez, mi directora de investigación, me siento un significante flotante-) uno intenta serse, hacerse como puede: con palabras, gestos. Semiosis infinita que espero no terminar con el aburrimiento de las cosas. Hoy fue un día productivo. Sigo intentando estacionar; lo del intento es una metáfora más para desplazar mis fracasos. No estaciono nada, arranco cordones. Pero uno es feliz, al menos, hoy. Tengo en claro que este blog no será nunca, jamás se acercará al de mi amado hermano playmobil ni mucho menos a la camada de afiebrados pero lo necesito como necesité anoche que alguien muy dulce me recitara este poema de Pedro Salinas:
...
¡Si me llamaras, sí, si me llamaras!
Lo dejaría todo, todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches, los telegramas viejos y un amor.
Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz: telescopios abajo,
desde la estrella, por espejos, por túneles,
por los años bisiestos puede venir.
No sé por dónde.Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro, incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca desde la voz que dice:"No te vayas."
...
Y me puse a pensar qué significa amar. Sobre esto ya ha estado reflexionando Matías Pailos en el blog de afiebrados. ¿Cuándo uno puede hablar de amor? En el poema es claro que lo que se enuncia como el amor no es, claramente, el sentido de ese amour de foie, amor loco, amor pasión. Entonces, si el amor es lo estable, ¿no es amor? Si ese sentido del amor no se corresponde con el despojamiento de todo, entonces, no provoca nada. Y si no provoca y no produce, ¿sirve? Creo que a lo que apunta Salinas es a llegar a un sentido más profundo. No importan las clasificaciones, las construcciones nominales, los rótulos. En eso que no puede llamarse amor- o, tal vez, sí, sólo que habría que entenderlo como una frontera estéril entre Eros y Thánatos- se conjuga absolutamente todo lo que no somos y lo que somos. La vida, el fuego, el Eros, que quema y nos enciende pero también Thánatos, la muerte, el dolor. Quizás ese amour de foie sea efectivo, no estable ni eterno, porque logra la vida y el sentido de muerte, porque impulsa, propulsa. Y deja la huella de una energía que se retroalimenta, con un lenguaje de cuerpos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En este lugar sagrado, donde acude tanta gente, hace fuerza el más cobarde, y se caga el más valiente

alter dijo...

Nunca he creido ser devoto de nada.
Y sin embargo Pedro Salinas lo es todo.
Y el amor no existe.
Pero existe.
Y, como Pedro Salinas, aun muerto, nos acompañará, gozo y tormento, siempre.