El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí mismo. Así pues, el progreso depende del hombre irrazonable.
domingo, 18 de marzo de 2007
jueves, 8 de marzo de 2007
7 de marzo
Te prometo que así será. Si me lo permitís, intentaré hacerte feliz por siempre. Para siempre. Esta vez será para siempre. Porque en tu mirada encuentro el hogar perfecto y la inmortalidad de las utopías.
"Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra como una campana
que suene suavemente a cada golpe del amor.
que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor,
límpiame el aire:
límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.
Tú destruyes el mundo para que esto suceda,
tú comienzas el mundo para que esto suceda".
Juan Gelman
Me haces andar contra la muerte. De hecho, te di mi muerte y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo como un fuego, y me destruyes, me construyes, eres oscuro como la luz.
Te amo. Te amo.
lunes, 5 de marzo de 2007
Over the rainbow...
Somewhere over the rainbow... way up high
There's a land that I heard of
Once in a lullaby.
Somewhere over the rainbow... skies are blue
And the dreams that you dare to dream
Really do come true.
Someday I'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far behind me.
Where troubles melt like lemon drops
Away above the chimney tops...
That's where you'll find me.
Somewhere over the rainbow... blue birds fly
Birds fly over the rainbow... why oh why can't I?
If happy little blue birds fly beyond the rainbowWhy... oh why can't I?
(Piedras amarillas. Gran metáfora de varios exilios. No olvidar el camino porque el camino es lo más importante, no el origen, no los regresos. El camino)
domingo, 4 de marzo de 2007
Where I want to be...
Los espejismos del reflejo.
La lección nunca aprendida y siempre esperada de la lluvia.
El amoroso desorden de algunas habitaciones al amanecer.
El eco del silencio.
La inesperada ternura del asesino.
La inocencia de algunas metáforas.
La fugacidad no alcanzada de una idea.
La levedad de la palabra vuelo.
La simplicidad de una estrella vista desde la emoción.
El inalcanzable horizonte.
El tigre de Rudyard Kipling.
El sueño y el oro de los tigres de Borges.
El viaje que busca añoranza.
El delirio de las culturas que nunca fueron realidades culturales.
La avidez erudita del pececillo de plata.
El triste destino del solitario.
El rencor del solitario.
La sensibilidad de los animales, condenada para siempre al limbo por el poder de las religiones que sueñan con dioses y que conciben hombres a su propia medida y semejanza.
La locura que edifica ángeles y sirenas.
La envidia del ave migratoria por el pez volador.
El río que asciende y vuelve a sus orígenes y se niega a ir al mar porque sabe que el mar es el morir.
La fragilidad de los objetos más queridos.
La pasión del botánico por la orquídea canora.
La sorpresa de un arco iris en la noche.
La indefensión del grito en la distancia.
La torpe indiferencia de la piedra.
La rebeldía ante el vuelo.
El laberinto de la caracola, geografía de los mares sin nombres.
El amor brutal que engendró al centauro.
La transparencia de la palabra agua.
El fósil de la palabra nunca dicha
Y el desánimo de una hoja en otoño.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA
La lección nunca aprendida y siempre esperada de la lluvia.
El amoroso desorden de algunas habitaciones al amanecer.
El eco del silencio.
La inesperada ternura del asesino.
La inocencia de algunas metáforas.
La fugacidad no alcanzada de una idea.
La levedad de la palabra vuelo.
La simplicidad de una estrella vista desde la emoción.
El inalcanzable horizonte.
El tigre de Rudyard Kipling.
El sueño y el oro de los tigres de Borges.
El viaje que busca añoranza.
El delirio de las culturas que nunca fueron realidades culturales.
La avidez erudita del pececillo de plata.
El triste destino del solitario.
El rencor del solitario.
La sensibilidad de los animales, condenada para siempre al limbo por el poder de las religiones que sueñan con dioses y que conciben hombres a su propia medida y semejanza.
La locura que edifica ángeles y sirenas.
La envidia del ave migratoria por el pez volador.
El río que asciende y vuelve a sus orígenes y se niega a ir al mar porque sabe que el mar es el morir.
La fragilidad de los objetos más queridos.
La pasión del botánico por la orquídea canora.
La sorpresa de un arco iris en la noche.
La indefensión del grito en la distancia.
La torpe indiferencia de la piedra.
La rebeldía ante el vuelo.
El laberinto de la caracola, geografía de los mares sin nombres.
El amor brutal que engendró al centauro.
La transparencia de la palabra agua.
El fósil de la palabra nunca dicha
Y el desánimo de una hoja en otoño.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA
(Pensar es una actitud de riesgo, una invitación al desorden. Escribir es intentar el orden del riesgo, inútilmente; la vida está siempre por debajo o por encima de la escritura, se vive al margen, afuera. Pero ese afuera es, metaficcionalmente, un adentro.
Escribe Pérez Estrada que hay un copón del siglo XVII en la Basílica de Santa Gloria de Ferrara que conserva un beso del Arcángel San Gabriel. Gómez Benjumea añade que el beso es joven y aletea dentro del copón: y que las mujeres vírgenes advierten más nítidamente la respiración angustiada de sus alas. Borges lo decía de más elegante manera: "Sólo es nuestro lo que perdimos ". Apropiación del recuerdo y de ese beso perdido en el tiempo.
Pienso en los besos que perdí. Estoy detrás de un poema de Gil de Biedma; digo detrás porque siempre se habla del pasado cuando se recurre a la poesía con los ojos del presente. Inevitable.
Inevitable sentirme pequeña frente a un mundo que cabe entero en tus ojos.
Necesito el tren a Fuengirola. Necesito Atocha esta noche de breviarios indecibles. Necesito desesperadamente Madrid. Y necesito estar en la estación, a medianoche, con un café fuerte en mis manos. Necesito saber que el mar que te vio nacer en mi, será otro. Necesito decirte que volver no significa, necesariamente, volver a vos. Volver, esta vez, será volver a mi para, luego, volvernos.
Necesito Parque del Retiro, comprar esos libros que jamás leeremos, reirme de los laberintos de la soledad en los que juré nunca entrar.
Si te digo que he entrado, no me creerías.
Me faltó el jazz de tu cuerpo escurriéndose.
Pero el tiempo pasa, envejece y nos mata de a poco.
Si te digo cuántas veces intenté ahogarte en vasos de cerveza, tampoco me creerías.
Te enterré tres veces.
Tres.
Una vez fue sobre la tierra roja, una fría tarde de febrero, mientras el avión despegaba.
La segunda, más cruel, fue a la distancia. Te enterré en papel corrugado. Fue una ceremonia típica pero ineficaz.
La última vez, fue la que me obliga al futuro. Y te tendí la mano otra vez.
La mano y mi pecho.
Y ahí no te enterré.
Ahí resucitamos.
Y aún tengo un eco tuyo en la punta de mis dedos.
Si Dios oyera mi latido, sabría cuántos pájaros vuelan en este instante por encima de mis ojos. Así era el argumentum ornitologicum de Borges o la terrible y desesperada levedad del ser. En esto vamos creciendo. Me desnudo. Quito el paisaje.
Y pienso, una vez más, en el amor. Si existe, si es una ficción, si amar es un verbo imposible de conjugar.
El amor... que mueve el sol y también las estrellas- Dante dixit.
"Hay días en que tienes toda la carne muy mal abotonada". Los domingos suelen abotonarse mal en mi cuerpo. He amanecido con una rosa en la mano. Pero recordé que las odio. Y avancé por el jardín.
Talita cumi. Talita cumi.
Por eso necesito Madrid.
Emboscada semántica.
Tal vez.
"Mover el mundo sin pegar un tiro"
Me novela el azar.
Y a veces se me pone en contra)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)